En colaboración con David Pereda.
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Hoy en día escuchamos el testimonio de numerosas personas que dicen ser videntes o profetas y que según ellos, son capaces de adivinar el futuro.
Posiblemente uno de los profetas más relevantes de la historia ha sido Nostradamus, quien según los numerosos testimonios que han llegado hasta nuestra época, fue capaz de adivinar la muerte del rey de Francia (por aquel entonces Enrique II), la toma de la Bastilla o el ascenso al poder de Hitler y Mussolini. Pero sus profecías no son famosas únicamente por este hecho, ya que según se dice, fue capaz de presagiar los acontecimientos que ocurrirían hasta el año 3797.
Pero antes de eso, conviene situar al profeta Nostradamus en el tiempo. Su nombre real era Michel de Nôtre-Dame (el apellido en lengua occitana sería “Nostradama”). Nació el 14 de Diciembre de 1503, en una región meridional francesa. Antes de su nacimiento, una curandera dijo que si nacía con la campanada que marcaba las doce del mediodía, como realmente ocurrió, sería uno de los grandes “Maestros del Mundo”.
La familia de Nostradamus profesaba el judaísmo, aunque por orden de la Inquisición de la Provenza, se vieron obligados a convertirse al catolicismo. Cabe destacar que de niño, Nostradamus ya estaba interesado por el mundo de la astrología y siempre se mostró a favor del modelo heliocéntrico de Copérnico, que era criticado por la mayoría de los científicos. Se dice que sus dos abuelos le influyeron notablemente para adentrarse en el mundo de la profecía y del saber. Nostradamus a los 15 años ya conocía el hebreo, el griego y el italiano, además de tener sus conocimientos sobre literatura, historia, alquimia o botánica.
Tuvo que dejar sus estudios sobre Medicina debido a la epidemia de peste bubónica que asoló a la población durante el siglo XVI. Durante esta etapa, Nostradamus se dedicó a viajar por Francia donde entabló amistad con famosos alquimistas e incluso llegó a inventar la “píldora rosa”, capaz de calmar los efectos de la peste. En 1530 iba a recibir el doctorado en la Universidad de Montpellier, aunque fue rechazado cuando se descubrieron sus trabajos como boticario, algo totalmente prohibido. Sin embargo, Nostradamus siguió ejerciendo la ciencia farmacéutica y ayudó a los enfermos de peste. Por otro lado, siguió investigando en aquellos campos que eran considerados heréticos, ya que eran perseguidos por la Inquisición.
Fue sobre el año 1534 cuando Nostradamus se casó y llegó a tener dos hijos, aunque se dice que tanto su esposa como sus hijos murieron por la epidemia de peste.
Tras morir su mujer, en el año 1547 Nostradamus contrajo su segundo matrimonio con una viuda. Fue en esta etapa donde poco a poco fue dejando de lado sus investigaciones sobre la alquimia y la medicina y empezó a adentrarse en el mundo del ocultismo. Durante estos años, publicaba diversos escritos sobre profecías, firmado con la versión de su nombre en lengua latina “Nostradamus”, por los que obtuvo gran éxito.
A partir de esta fecha, gentes de todas las regiones de Europa trataron de contactar con el profeta para que les adivinara el futuro. Nostradamus se decidió entonces a publicar sus famosas Centurias, donde recopilaba sus más famosas profecías. Sin embargo, sabía que con esas acciones sería perseguido por la Inquisición, por lo que decidió utilizar sus conocimientos sobre diversas lenguas y publicar las profecías alternando diversos idiomas.
Cabe destacar que incluso la esposa del rey de Francia, Catalina de Médicis fue una de las admiradoras de Nostradamus y le invitaba asiduamente a la Corte francesa.
Fue 1566 el último año de vida de Nostradamus. El 1 de Julio, tan sólo un día antes de la muerte del profeta, se dice que Nostradamus vaticinó que al día siguiente sería encontrado muerto por la mañana, como así ocurrió. Por otro lado, también es conocido que cuando los guerrilleros de la Revolución Francesa asaltaron su tumba, se encontraron una medalla que contenía la fecha exacta de la profanación.
Como ya ha sido mencionado con anterioridad, el libro por el cual los textos del profeta han llegado hasta nuestros días es el de las Centurias (“Prophécies”, como título original), que compilan la mayor parte de sus escritos. Fue publicado por primera vez en el año 1555, y esta edición contenía siete centurias. En las posteriores reediciones fueron añadiéndose nuevas predicciones.
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Las Centurias están escritas en verso, empleando un léxico oscuro y artificioso, con contenidos enigmáticos que no están al alcance de comprensión de cualquiera (la teoría más aceptada afirma que una de las razones era la de evitar la censura y persecución de la Inquisición)
La mayor parte de los temas versan acerca de desastres de diversos tipos, tales como terremotos, desgracias, guerras, asesinatos… Algunas de ellas son genéricas: esto es, no se precisa en ellas ni lugar ni fecha, sino que se limita a la narración de los hechos concretos; otras se centran en un único personaje o en un grupo de personas, pero todas las profecías tienen cierto carácter amargo y pesimista.
Los escépticos de la época (al igual que los de la actualidad), niegan el don de la profecía que supuestamente poseía Nostradamus, alegando que los hechos previstos en sus textos eran fácilmente calculables, debido a la amplitud de interpretaciones que dejan los versos de las Centurias: es el caso del futuro de Francia, en el que aparecen guerras, conflictos y demás desgracias. Quizá inluya el hecho de que uno de los hijos del profeta fuese descubierto intentando prender fuego a un pueblo del que había precedido padecería entre las llamas.
Otros estudiosos creen que Nostradamus no era un profeta ni escribía como tal, sino que simplemente se dedicaba a comentar eventos propios de su tiempo, aunque usando un lenguaje críptico y muy metafórico para evitar persecuciones, que en posteriores ediciones y tras múltiples traducciones llegaron a ser interpretadas como profecías. Esto se asemeja a la interpretación del Apocalipsis de San Juan.
Aún así, es casi increíble la exactitud de algunos de los versos compilados en las Centurias. Las profecías más llamativas son las siguientes: la de Napoleón, la de Adolf Hitler y la de la Guerra de la Independencia que tuvo como culmen el nacimiento de los Estados Unidos:
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Un emperador nacerá cerca de Italia,
Que será vendido muy caro al imperio,
Dirán con qué gente se alía,
Que les parecerá menos príncipe que carnicero.
(Centuria I, 60)
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Efectivamente, Napoleón nació cerca de Italia, cuando la isla de Córcega fue anexionada a Francia, y es bien conocido que fue proclamado Emperador. Las batallas libradas por el general fueron las más cruentas existentes, y de ahí el apodo de carnicero.
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De lo más profundo del Occidente de Europa,
De gente pobre un joven niño nacerá,
Que por su lengua seducirá a las masas,
Su fama al reino de Oriente más crecerá.
(Cuarteta III, 35)
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Hitler fue hijo de una familia pobre, nacido en Austria. Sus palabras atrajeron y movieron a las masas, poniéndolas casi a su servicio. Su plan más ambicioso era la conquista de Europa, pero también la de Asia.
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La hermana de las islas Británicas
Quince años antes que su hermano nacerá
Por su promesa demuestra ser cierta,
Sucederá al reino de la balanza
(Centuria IV, 96)
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Los Estados Unidos, colonias británicas, se independizaron de su metrópoli en 1776, exactamente quince años antes que la república francesa. En estos versos, la promesa mentada es la hecha por Francia a los independentistas americanos, a quienes prometieron ayuda, que los franceses no dudaron en cumplir. La sucesión del reino de la balanza hace referencia a la toma del poder mundial por Estados Unidos, en sucesión al Imperio Británico.
Aún así, las Centurias no son el único legado de Michel de Nostradamus, sino que su historial cuenta con otras tantas obras: “Tratado de maquillajes”, “Remedio muy útil contra la peste y contra todas las fiebres pestilenciales” o el “Tratado de recetas singulares para mantener la salud del cuerpo”.